¿Ha topado el capitalismo con límites infranqueables? // François Chesnais
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En su
número 631/632 de noviembre de 2016, la revista Inprecor publicó
un texto traducido del castellano de la revista Herramienta, cuyo
original estaba en lengua inglesa. Eran las conclusiones de un libro −Finance
Capital Today. Corporations and Banks in the Lasting Global Slump,
aparecido en la colección “Historical Materialism Book Serie” de Editions Brill
(Leiden y Boston)− sobre el capital financiero y las finanzas que escribí en
relación a la crisis de 2007-2008 y de las transformaciones en las formas
mundializadas de la explotación del proletariado /1. La conclusión
del libro y del texto publicado en Inprecor tienen como
horizonte las perspectivas de la sociedad humana. Las observaciones de amigos
que lo han leído me han convencido de la necesidad de clarificar algunos
argumentos. Por su parte, bastantes acontecimientos políticos de los últimos
meses invitar a ajustar el horizonte de la reflexión. En los últimos dos o tres
años se han publicado muchos ensayos sobre las tensiones políticas mundiales, domésticas
e internacionales, así como sobre los malestares sociales francés y europeos.
No pocos autores relacionan estas cuestiones con el neoliberalismo, la
“globalización” y sus consecuencias. Aquí se relacionan con el curso del
capitalismo y con su impasse. Mi texto vuelve, de los acontecimientos a nivel
de la “superestructura”, a la “infraestructura”, al movimiento de la
acumulación del capital en el largo período y a las barreras que encuentra. La
perspectiva es una situación en la que las consecuencias políticas y sociales
de un débil crecimiento y de una inestabilidad financiera endémica, con el caos
político que crean ahora mismo en algunas partes del mundo, y potencialmente en
otras, están convergiendo con el impacto social y político del cambio climático.
Evidentemente,
este texto tiene grandes implicaciones políticas. Es la expresión de un vuelco
teórico radical personal, puesto que hace todavía diez años la revista Carré
rouge participó en una red de discusiones sobre “la actualidad del
comunismo” donde los participantes expresaron diversas apreciaciones sobre el
período /2. Pero ya en 2008 comenzó este giro como ya se puede ver
en un texto, publicado también en Herramienta y después en Inprecor,
donde intentaba articular crisis económica y financiera y crisis del cambio
climático /3.
La noción
de “barreras” o de “límites” en el modo de producción
Casi diez
años después del inicio de la crisis económica y financiera mundial, que
comenzó en julio-agosto de 2007 antes de estallar en setiembre de 2008, el
aspecto del tipo de crecimiento del PIB mundial era el siguiente. Las últimas
proyecciones del FMI son del 3 % tanto para 2017 como para 2018 /4.
En discusión:
saber si la crisis económica y financiera mundial de 2007-2008 puede ser vista
simplemente como una “crisis muy grande” de un capitalismo capaz todavía de
abrir una nueva fase larga de reproducción ampliada a escala del “finalmente
constituido mercado mundial”, o es, por el contrario, el punto de partida del
momento histórico en que el capitalismo encontraría límites que ya no podría
superar. En el libro III de ElCapital, Marx argumenta que la
producción capitalista tiende sin cesar a superar los límites que le son
inmanentes, pero sólo lo consigue empleando medios que de nuevo, y a una escala
mayor, levantan ante sí las mismas barreras /5. La cuestión
planteada es saber si la producción capitalista se enfrenta ya a barreras que
no puede superar, ni siquiera temporalmente. Estaríamos en presencia de dos
formas de límites infranqueables con grandes implicaciones para la reproducción
del capital y la gestión del orden burgués, sobre todo para la vida civilizada.
El primero, que tiene en cuenta los efectos de la automatización, se remonta al
siglo XIX y tiene un carácter inmanente, interno al movimiento del capital
sobre la cual insistió Marx. El otro, considerando la destrucción de los
equilibrios eco-sistémicos por la producción capitalista, en particular la
biosfera, no había sido prevista por Marx y fue definida como límite externo.
Comencemos
por el primero, sobre el cual Ernest Mandel defendió, desde 1986, la tesis de
un cambio cualitativo. La maximización del beneficio, en sí misma sin límites,
se basa en la maximización de la cantidad de plusvalía, o sobrevalor, producida
y realizada. Supone, contradictoriamente, el empleo del mayor número posible de
proletarios y el recurso a la mecanización, por tanto a la sustitución del
trabajo vivo (los asalariados) por el trabajo muerto (las máquinas), o de otro
modo la disminución de la cantidad de trabajo vivo necesario para dar valor a
un capital determinado. Por este hecho, escribía Marx, la extensión de
la producción se afirma bajo un doble aspecto: empuja al crecimiento del
sobretrabajo, es decir a la disminución del tiempo indispensable para la
reproducción de la fuerza de trabajo; y restringe el número de obreros
necesarios para poner en movimiento un capital dado /6. Ahí se
encuentra la causa del descenso de la tasa de ganancia. Siendo entonces el
capitalismo un sistema que conocía tecnologías mucho menos drásticas que hoy en
cuanto a “labour saving”, y con el planeta todavía por conquistar, Marx
pudo escribir que si el crecimiento del capital depende a la vez de su
masa y de la tasa de ganancia, el desarrollo de la producción
capitalista provoca el descenso de la tasa de ganancia, pero al comportar la
puesta en marcha de capitales cada vez más considerables, aumenta la masa.
La acción de “estas influencias contradictorias” se afirmaperiódicamente por
medio de crisis, que son irrupciones violentas tras las cuales el equilibrio se
restablece momentáneamente /7.
Mandel
defiende la idea de un cambio en la fuerza respectiva de las influencias
contradictorias, bajo la forma de un análisis de las consecuencias de lo que
denominaba el “robotismo”, entonces en sus comienzos. En 1968, en su prefacio a
la edición Penguin Books del volumen III de El Capital,
Mandel argumenta que la extensión de la automatización más allá de un
cierto límite conduce, inevitablemente, primero a una reducción del volumen
total del valor producido y, después, a una reducción del volumen del
sobrevalor realizado. Veía en ello un límite infranqueable”
portador de una “tendencia del capitalismo al hundimiento final /8.
Mucho más recientemente, la relación de la automatización con la crisis mundial
de 2007-2008 ha sido expuesta en 2011 por un autor marxista de distinta
trayectoria, el jefe de filas del grupo Krisis, Robert Kurz. Kurz
habla de “insuficiente producción real de sobrevalor” (…) con el fondo de
una nueva ruptura estructural en el desarrollo capitalista, marcada por la
tercera revolución industrial (la microelectrónica) y del límite
interno del capital que acaba por volverse un límite absoluto /9.
La segunda
barrera fue acotada teóricamente por los debates, entre otros, en el seno de la
ecología política estadounidense, sobre todo entre James O’Connor, John Belamy
Foster, Joel Kovel y Jason Moore. Comenzaron con el artículo de 1988 de James
O’Connor sobre la “segunda contradicción” del capitalismo. En el caso de la
ecología, los debates sobre los “límites absolutos”, de los que se tratará más
adelante, afectan por una parte a la amplitud de los efectos sobre la tasa de
ganancia de la disminución de los recursos naturales no renovables, y por otra
a las graves consecuencias de la incapacidad del capitalismo para frenar el
avance del cambio climático, habiendo desarrollado el modo de producción
capitalista un tipo de relación con su entorno que transforma la biosfera hasta
el punto de amenazar las relaciones civilizadas /10.
La
cuestión del futuro del capitalismo se ha convertido en una cuestión tan
acuciante como para que Michael Roberts consagre el último capítulo de su
reciente libro a la posibilidad de que el capitalismo haya alcanzado su
fecha de caducidad, cuando hasta entonces apenas había citado frases
episódicas en los artículos de su blog. Después de muchas tergiversaciones
concluye que la Larga Depresión no es una especie de crisis final”, que
hay “cada vez más seres humanos que explotar y que siempre
habrá innovaciones tecnológicas para lanzar un nuevo Kondratiev, aunque
incluye en ese mismo capítulo elementos que sugieren lo contrario. Considera
que en un momento dado, el capitalismo recuperará la salud,
proponiendo, para terminar, una definición muy particular de la barbarie, como una
caída a un nivel de productividad del trabajo y en condiciones de vida
precapitalistas que contrasta singularmente con la de Mandel que
citamos más adelante/11.
Los retos
políticos
Que el
capitalismo encuentre límites que no puede franquear no significa en modo
alguno el fin de la dominación política y social de la burguesía, menos aún su
muerte, pero abre la perspectiva de que arrastre a la humanidad a la barbarie.
El reto está en que quienes son explotados por la burguesía o no están atados a
ella encuentran los medios para separarse de su mortífero recorrido. Las
implicaciones sociales y políticas de un “estancamiento secular”, mucho más
serio en sus fundamentos que en los años 1930, son difíciles de medir pero
indudablemente son inmensas; más aún cuando la situación puede variar en caso
de ruptura de un punto del ecosistema bajo el efecto del cambio climático. El
muy débil crecimiento del PIB mundial, y más aún del PIB per capita,
plantea ya grandes problemas a las burguesías. El mercado mundial está formado
por grupos industriales y bancarios en brutal concurrencia y por oligarquías
nacionales profundamente rivales. La política de Donald Trump traduce una
situación en que se permitirán todos los golpes entre burguesías. En el plano
interno, las desigualdades (rentas, patrimonios, acceso a la educación y a la
salud) crecen y sus consecuencias son cada vez más difíciles de gestionar.
Mandel hablaba en 1986 de los desafíos crecientes de todas las
relaciones burguesas fundamentales y de los valores de la sociedad en su
conjunto, como consecuencia de unaumento del desempleo masivo y de los
sectores marginalizados de la población, del número de los que “abandonan” y de
todos aquellos a quienes el desarrollo “final” de la tecnología capitalista expulsa
del proceso de producción. Para las y los “de abajo” que viven en una
sociedad mundializada dominada por completo por el capitalismo, las
implicaciones son extremadamente importantes, tanto en el plano cotidiano como
en el horizonte histórico.
En efecto,
Mandel escribía que la
tendencia del capitalismo al hundimiento final (…) no es necesariamente
favorable a una forma superior de organización social o de civilización. Precisamente
en función de la degeneración propia del capitalismo, se multiplican los
fenómenos de decadencia cultural, de regresión en los ámbitos de la ideología y
del respeto a los derechos humanos, como consecuencia de las crisis multiformes
con que esta degeneración nos hará frente (ya nos lo hace, F.Ch.)”.
Influido
por las formas que adoptó la barbarie en el siglo XX, Mandel pensaba que
la
barbarie, como resultado posible del hundimiento del sistema, es una
perspectiva mucho más concreta y precisa hoy de lo que fue en los años 1920 o
1930. Incluso los horrores de Auschwitz y de Hiroshima parecerán mínimos en
comparación con los horrores que la humanidad deberá afrontar en la continua
decrepitud del sistema. En esas circunstancias, la lucha por una salida socialista
adquiere el significado de una lucha por la supervivencia de la civilización
humana y del género humano /12.
Mandel
moderaba esta perspectiva catastrófica con este mensaje de esperanza inspirado
en el enfoque delPrograma de Transición (de 1938):
El
proletariado, como lo demostró Marx, une todos los prerrequisitos para conducir
esta lucha con éxito; hoy día eso sigue siendo más cierto que nunca. Y tiene al
menos el potencial para adquirir también los prerrequisitos subjetivos para una
victoria del socialismo mundial. La realización de este potencial dependerá, en
última instancia, de los esfuerzos conscientes de los marxistas
revolucionarios, integrándose en las luchas espontáneas periódicas del
proletariado para reorganizar la sociedad según los principios socialistas y
conduciéndolas hacia objetivos precisos: la conquista del poder de Estado y la
revolución social radical. No veo razones para ser más pesimistas hoy sobre el
resultado de esta empresa de lo que era Marx cuando escribía El Capital /13.
En 1986
aún se podía esperar, al límite, que el hundimiento de la burocracia soviética
liberase la vía a la “revolución política” en la URSS y en las democracias
populares; y en aquella época apenas había comenzado el movimiento
contemporáneo de mundialización del capital. La situación en la que estamos es
muy distinta. Los procesos de superación del capitalismo y de paso a la
sociedad liberada de la propiedad privada que contenía, parecía, el mismo
movimiento del capital, y que la gente de mi generación enseñábamos a los
jóvenes militantes, ha perdido su validez, incluidos los presentados por el
propio Marx /14. La bifurcación respecto a la dirección actual de
la ruta en que está implicada la humanidad dependerá de la lucha, y por tanto
del estado de las relaciones políticas de clase entre los trabajadores largo
sensu y la burguesía (las “relaciones de fuerza”). Ahora bien, en el
plano global, por el momento son muy desfavorables a los primeros.
Algunos
rasgos originales de la crisis económica y financiera abierta en 2007-2008
Antes de
hablar con más detalle de la manera y el grado en que son infranqueables las
dos barreras, hay que caracterizar la crisis económica y financiera mundial
comenzada en 2007-2008. Entre los marxistas que trabajan dentro del mundo
anglófono y los heterodoxos estadounidenses como Paul Krugman y Joseph
Sriglitz, existe un consenso amplio pero, desde luego, muy impreciso para decir
que se trata de un gran crisis, de una importancia análoga a la de 1929.
Algunos la caracterizan como “estructural” o “sistémica”. Pero incluso entre
éstos, la gran mayoría de los economistas críticos o anticapitalistas esperan
que tenga fin, que en un momento dado haya una recuperación de la acumulación.
Entre los economistas de lengua francesa los términos “estructural” y
“sistémico” se refieren poco o mucho (sobre todo el primero) a la teoría de la
Regulación, cuyos defensores están divididos sobre la naturaleza de la crisis
actual /15.
Intento
evitar estos términos, en particular “estructural”, con muchas connotaciones
con el fordismo, apoyándome en las consideraciones de Paul Mattick: Aunque
la crisis encuentra su razón última en el propio capitalismo, cada crisis
particular se distingue de la precedente, precisamente a causa de las
transformaciones permanentes que afectan a escala mundial a las relaciones de
mercado y la estructura del capital. En esas condiciones, no se puede
determinar por adelantado ni las propias crisis, ni su duración y gravedad, y
aún menos porque los síntomas de crisis aparecen posteriormente a la crisis
misma y no hacen más que hacerla manifiesta a los ojos de la opinión pública.
Tampoco se puede reducir la crisis a factores puramente económicos, aunque
sobrevenga por completo de manera puramente económica; es decir, tenga su origen
en relaciones sociales de producción travestidas en formas económicas. La
competencia internacional, que se lleva a cabo también con medios políticos y
militares, reacciona sobre el desarrollo económico, al igual que éste estimula
a su vez las diversas formas de competencia. No se puede comprender cada crisis
concreta más que en la relación que mantiene con el desarrollo de la sociedad
global /16”.
De manera
telegráfica se pueden destacar las siguientes particularidades de la crisis de
2007-2008:
1. Ha
estallado al término de una fase muy larga, setenta años de acumulación
ininterrumpida, sin paralelo en la historia del capitalismo. La crisis de
1974-1976 con su douple dipde 1980-1982 supuso un cambio de ritmo
en los países capitalistas avanzados, pero no mermó la dinámica de reproducción
ampliada a nivel mundial. A diferencia de Jean-Marie Harribey, Michel Husson,
Esther Jeffers, Frédéric Lemaire, Dominique Plihon en el muy reciente libro de
Attac17 Cette crise qui n’en finit pas… par ici la sortie [Esta
crisis que no acaba… la salida por aquí], no pienso que las tres décadas que
separan 1976 y 2007 sean una especie de crisis “estructural” permanente con
episodios multiformes. El período que comienza en 1982 contempla a las burguesías
capitaneadas por Reagan y Thatcher no sólo lanzarse contra la clase obrera a
diferentes ritmos según los países, sino volverse hacia el mercado mundial y
concluir su construcción completa con la reintegración de China.
2. Nunca
hay que perder de vista que la fase fordista, primero, y el largo período de
acumulación se realizaron en condiciones históricas muy particulares. Tuvieron
lugar a continuación de la Gran Depresión de los años 1930 con sus
consecuencias de cierre masivo de capacidades de producción y tras la Segunda
Guerra mundial con su destrucción a una escala grande, grandísima. El terreno
para la inversión rentable estaba desbrozado. Otra dimensión muy importante
también es que el capital pudo abrevar en un stock todavía
poco explotado de tecnologías creadoras de grandes sectores industriales así
como en una reserva de conocimientos científicos con potencialidades todavía
poco explotadas. Incluso la pasajera debilidad política de la burguesía frente
a la clase obrera en 1945 jugó a favor del relanzamiento de la acumulación. Sin
las concesiones que el capital se vio obligado a hacer al proletariado, nunca
habría habido regulación “fordista”.
3. El
terreno en el que ha operado la crisis desde 2007-2008 es el mercado mundial
plenamente constituido. China nunca ha sido una “periferia” /18 del
capitalismo mundial, sino un país de talla continental con una tradición
científica antigua, formado por hombres y mujeres educados, que escapó durante
cuarenta años a su dominación. Todavía en 2009, el capitalismo encontró
factores de impulso en reserva (tecnología y proletarios), antes de que, como
se visto más arriba, la curva de la tasa de crecimiento del PIB tuviese una
inflexión hacia abajo para volverse casi plana.
4. Estados
Unidos han estado en el origen de los principales impulsos de la mundialización
contemporánea y ha sido el principal arquitecto y beneficiario del régimen
institucional mundial, cuyos pilares son el Fondo Monetario Internacional (FMI)
y la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pero al combatir la tendencia a
la baja de la tasa de ganancia en su casa mediante deslocalizaciones masivas
hacia China, Estados Unidos ayudó a emerger a un poderoso rival. Diez años
después del comienzo de la crisis, se perfila la guerra comercial,
característica de los años 1930, con los Estados Unidos de Donald Trump
dispuesto a lanzarla.
5. En
todos los países, las clases obreras largo sensu han abordado
la crisis en el marco de relaciones económicas y políticas extremadamente
favorables al capital. La liberalización de los intercambios y de las inversiones
directas ha internacionalizado el proceso de centralización y concentración del
capital y ha permitido la formación de inmensos grupos industriales. También y
aún más grave, ha permitido la competencia entre trabajadores de país a país, y
de continente a continente. Ha habido una mundialización del ejército
industrial de reserva. Cada burguesía debe gestionar sus consecuencias como
puede, además de las que nacen de la extensión de la robótica, pero lo hace
partiendo de posiciones de fuerza muy favorables frente a los trabajadores.
6. La
crisis que estalló en 2007-2008 es una crisis de sobreacumulación y de
sobreproducción de carácter mundial, aunque vividas en países, sectores e
industrias determinadas. Se solapa con una crisis de rentabilidad que los
economistas miden con ayuda de diferentes cálculos de la tasa de ganancia. Aquí
le doy el sentido de Mandel y Kurz, es decir, de una caída del volumen total
del valor producido y del volumen del sobrevalor o plusvalía realizada.
7. La
sobreacumulación de capital productivo ha ido acompañada de una fuerte
acumulación de capital ficticio. Iniciada en los años 1960 y creciendo
rápidamente con la deuda del Tercer Mundo en los años 1980, se aceleró aún más
después de 1998 con el recurso masivo al endeudamiento de Estados Unidos para
sostener el crecimiento, y en Europa de forma más diferenciada según países. A
partir de 2005, el endeudamiento de las empresas y de las economías domésticas
ha ido acompañado del endeudamiento de los bancos entre ellos. Se caracteriza
por un salto en las técnicas de titularización y va acompañada de la formación
de un “sistema bancario a la sombra” que escapa a cualquier control gracias a
la desregulación financiera /19.
8. A
diferencia de la crisis de los años 1930, como consecuencia del rescate de los
bancos y de los mercados financieros, la destrucción de capital ficticio ha
sido limitada, mientras que la del capital productivo sólo ha tenido lugar de
manera lenta y desigual, y en el caso de China en absoluto. La función reguladora
de las crisis, de desbrozar el terreno para una nueva fase de acumulación, no
ha tenido lugar.
9. El
análisis de la economía mundial como totalidad incluye la dimensión de “las
relaciones de los hombres con la naturaleza”. El capitalismo se ha comportado
como si el planeta −tanto como conjunto de recursos no renovables y de espacios
terrestres y marítimos a agotar, como biosfera que gobierna la reproducción de
las sociedades humanas− pudiera soportar indefinidamente la intensidad de la
explotación a que está sometido/20. La muy larga fase de crecimiento del
PIB mundial ha sido también la de las emisiones de CO2.
La
informatización, ¿estancamiento secular o límite infranqueable del capital?
Volvamos
al tema de las dos barreras. En primer lugar, la que se refiere al movimiento
de la tasa y de la masa de ganancia, es decir, de la plusvalía producida y
realizada. Michel Husson publicó en junio de 2015 un estudio titulado
“¿Estancamiento secular o crecimiento digital?” (http://hussonet.free.fr/ade122.pdf).
En lo esencial estoy de acuerdo con lo que escribe, tanto más porque en el
texto publicado por Inprecor me refiero a los mismos estudios
estadounidenses, en particular los de Richard Gordon. Husson habla de la
extrema polarización del debate estadounidense y examina los argumentos de
quienes, a diferencia de Gordon, apuestan por el crecimiento digital, es decir
las tecnologías que llevan cada vez más lejos la robotización. El análisis de
Husson recurre a estadísticas y a cálculos que los economistas neo-clásicos no
pueden contestar. Las relaciones estadísticas entre rentabilidad y
productividad establecidas por Husson muestran que hasta mediados de
los años 1980, la ralentización de las mejoras de productividad se traduce en
una baja tendencial de la tasa de ganancia en las grandes economías. Después,
durante la fase neoliberal, el capitalismo consigue restablecer la tasa de
ganancia a pesar de una ralentización de las mejoras de productividad. Pero
sólo lo pudo hacer a base de una reducción de la parte de los salarios en el
valor añadido y por la puesta en marcha de diversos mecanismos que no eran
sostenibles y que condujeron a la crisis” /21.
Hoy en día
se puede afirmar, sin gran riesgo de equivocarse, que el capitalismo no podrá
recurrir a estos “mecanismos insostenibles” (sobre todo endeudamiento de los
pequeñas y medianas empresas y de las economías domésticas), y constatar, por
otra parte, que el recurso del capital a las tecnologías de automatización
acentúa aún más el proceso, analizado por Mandel y Kurz, de reducción
del volumen total del valor producido y del sobrevalor realizado” y de
“producción efectiva insuficiente de sobrevalor. Husson cita los resultados
de un estudio posterior al de Gordon /22. Muestra que cuando
se pueden observar mejoras de productividad ligadas a las nuevas tecnologías
son resultado de un descenso de la producción relativa [del sector considerado]
y de un descenso aún más rápido del empleo. Por tanto es difícil, escribe
Husson, conciliar estos descensos de producción con la idea de que la
informatización y las nuevas tecnologías incorporadas en los nuevos
equipamientos estén en el origen de una revolución de la productividad. Tal
o cual empresa puede beneficiarse de mejoras de productividad en la industria y
una parte de los servicios. “Pero, escribe Husson, las
innovaciones necesitan inversiones, y éstas deben satisfacer el criterio de una
rentabilidad elevada. Una figura diseñada por los economistas de la US
Conference Board (uno de los lobbys de la patronal estadounidense) y publicada
por Michael Roberts en su blog ilustra este proceso
acumulativo de descenso combinado de la productividad del trabajo y de la
inversión. La inversión en los TIC no se comporta de forma diferente a la de
los otros sectores.
Hablar,
siguiendo a Mandel y Kurz, de una situación de penuria creciente de plusvalía o
sobrevalor debida al descenso conjunto del empleo y la inversión, facilita más
el debate que la problemática de las causas y contra-causas del descenso de la
tasa de ganancia. Más en concreto, habría que hacer los cálculos tanto sobre la
masa de las ganancias como sobre la tasa y examinar el posible movimiento
tendencial a la baja de esta masa bajo el doble efecto del descenso de la
inversión y de su desvío robótico: algo que no hicieron Mandel o Kurz, ni a
fortiori yo mismo. Esto permitiría apreciar si a medida que se
profundiza la penuria de plusvalía y se vuelve estructural, lo que de partida
se presenta como un “límite interno (inmanente) del capital” susceptible de ser
superado temporalmente acabaría por volverse infranqueable.
Husson
deja implícita la cuestión del descenso de la masa de plusvalía. Pero, al igual
que señala Mandel en relación a las dificultades de gestión económica, social y
política de la automatización por la burguesía, ésta “pone en cuestión la
coherencia de las sociedades (paro masivo, polarización entre empleos
cualificados y pequeñas chapuzas, etc.) y agrava una presión esencial, la de la
“realización”. En efecto, hace falta que los mercados existan y aquí se cae en
la contradicción fundamental de la automatización: ¿quién va a comprar las
mercancías producidas por robots?” /23. [Husson] hace
referenbcia a un artículo de Mandel /24 donde hablaba de una
sociedad dual: por un lado, quienes continúan participando en el
proceso de producción capitalista y, por otro, quienes sobreviven “por
cualquier medio distinto a la venta de su fuerza de trabajo: asistencia social,
aumento de las actividades “independientes”, campesinos parcelarios o
artesanos, vuelta al trabajo doméstico, comunidades “lúdicas”.
El
carácter inmanente de la infranqueable barrera ecológica y climática
Se podría
poner un interrogante al final del intertítulo anterior, pero no lo hago. Es
posible que Robert y otros tengan razón al pensar que la barrera del descenso
de la ganancia, en tasa y en masa, aún pueda ser superada por el capital, antes
de alzarse de nuevo y muy pronto delante suya. Basta con consultar la entrada
“Cambio Climático” en Wikipedia para que no sea así cuando los procesos
retroactivos no datables, pero previsibles, se produzcan. La noción de
barbarie, asociada por Mandel a las dos guerras mundiales y al Holocausto, se
aplicará entonces a las consecuencias sociales del cambio climático. Uno de los
primeros en plantear de manera general esta hipótesis sobre cuestiones
medioambientales ha sido Mészáros:
En cierta
medida, Marx ya era consciente del “problema ecológico”, es decir de los
problemas de la ecología bajo la dominación del capital y de los peligros
implícitos que ello provoca para la supervivencia humana. De hecho, fue el
primero en conceptualizarlo. Habló de la contaminación e insistió en que la
lógica del capital −que debe perseguir el beneficio, conforme a la
auto-expansión y la acumulación− no puede tomar en consideración los valores
humanos ni siquiera la supervivencia de la humanidad (…). Lo que no se puede
encontrar en Marx, evidentemente, es una explicación de la extrema gravedad de
la situación a la que hacemos frente. Para nosotros, la supervivencia de la
humanidad es una cuestión urgente /25.
Por
supervivencia de la humanidad hay que entender, desde luego, supervivencia de
la “vida civilizada” tal como la seguimos entendiendo de manera general, y por
tanto vaga, a partir de los resultados (las “adquisiciones” de la lucha de
clases en Europa). Los humanos sobrevivirán, pero si el capitalismo no es
derrocado, vivirán a nivel mundial en una sociedad del tipo de la descrita por
Jack London en su gran novela “distrópica” (contra-utópica) El talón de
hierro (1908).
La
reflexión de Mészáros se apoya en los debates y las investigaciones teóricas
llevadas a cabo en Estados Unidos, seguidos más tarde en los países de lengua
francesa, a partir de la tesis de la segunda contradicción desarrollada por
O’Connor. Para O’Connor, la primera contradicción, interna, sería la
sobreacumulación y la sobreproducción, presentadas de manera
“marxo-keynesiana”, y la segunda, externa, el descenso de la tasa de ganancia y
de la tasa de acumulación inducidos por el coste creciente de las materias
primas (parte “capital circulante” del capital constante) que podría llegar a
provocar un fenómeno de “subproducción”. En la sección 6 de su innovador
artículo (lanzado por la revista donde será redactor jefe) −”Capitalism,
Nature, Socialism: A Theorerical Introduction”, Capitalism, Nature,
Socialism, 1 (1): 11-38, 1988− defiende la idea de que aunque las
cuestiones ambientales sólo encontrarán solución en el socialismo y deben
formar parte del programa socialista (eco-socialista), el capital sería capaz
de reconocer su movimiento destructor y el Estado de poner en marcha mecanismos
de regulación. Incluso hace de las cuestiones ambientales el terreno de
posibles compromisos de clase /26. O’Connor ha sido atacado, y con
razón, sobre el primer punto. Y el libro de 2002 de Joel Kovel, El
Enemigo de la naturaleza: ¿el fin del capitalismo o el fin del mundo? se
ha convertido en el libro de referencia del eco-socialismo en lengua inglesa.
Hay que
criticar a O’Connor /27 por la oposición entre “contradicción
interna” y “contradicción externa” y la imposibilidad del capitalismo para
modificar sus relaciones con el medio ambiente. La observación metodológica
general más recogida de Marx sobre las relaciones de los hombres con la
naturaleza viene de un texto poco leído hoy en día: Para producir, los
hombres entran en relaciones determinadas los unos con los otros, y es en los
límites de estas relaciones sociales donde se establece su acción sobre la
naturaleza /28. Decir que las “relaciones sociales” en cuyo
marco la sociedad mundial contemporánea dominada de parte a parte por el
capital “establece su acción sobre la naturaleza”, que son las que oponen
capital y trabajo, es proceder a una simplificación de la que Marx no se libra
y que no basta para una comprensión de los retos actuales.
La
definición pertinente es la de relaciones sociales regidas por la valorización
sin fin del dinero convertido en capital en un movimiento marcado por la
reducción del trabajo concreto en trabajo abstracto y la producción y venta de
mercancías, también sin fin. En los Manuscritos de 1857-58, Marx
escribía que el capital en tanto que representa la forma universal de
la riqueza −el dinero− es la tendencia sin límite y sin medida de superar su
propio límite. Si no, dejaría de ser capital, el dinero que se produce a sí
mismo /29. Por tanto, necesita abrevar sin límites en las
reservas terrestres de materias primas, de recursos del suelo y del subsuelo, a
la espera de que en un momento dado alcance cada vez más gravemente a la
biosfera y a los muy frágiles ecosistemas vinculados a ella. La explotación sin
límites de la fuerza de trabajo comprada y la explotación sin límites y hasta
el agotamiento de los recursos naturales −acompañados a partir de mediados del
siglo 20 por modos de producir y de consumir que provocan el crecimiento
exponencial de las emisiones de gas de efecto invernadero− van juntas. Están
contenidas en la noción de capital y en la inseparable producción de
mercancías, una parte de la cual es masiva y socialmente inútil. Y su
producción material, es devoradora de recursos que no son o son difícilmente
renovables así como fuertemente emisores de gases de efecto invernadero.
El
mecanismo que conduce a la “sociedad de consumo” y su despilfarro insensato es
el siguiente. Para que la auto-reproducción del capital sea efectiva, es
preciso que el ciclo de valorización se cierre con “éxito”, por tanto que las
mercancías fabricadas, la fuerza de trabajo comprada en el “mercado de trabajo”
y utilizada de forma discrecional por las empresas en los lugares de
producción, sean vendidas. Para que los accionistas estén satisfechos, hace
falta que una vasta cantidad de mercancías que cristalizan el trabajo abstracto
contenido en el valor, sean vertidas en el mercado. Para el capital, es
absolutamente indiferente que estas mercancías representen realmente “cosas
útiles” o que simplemente tengan la apariencia. Para el capital, la única
“utilidad” es la que permite extraer beneficios y continuar el proceso de
valorización sin fin, de manera que las empresas han llegado a dominar con la
publicidad el arte de demostrar a quienes tienen poder de compra real o
ficticio (crédito), que las mercancías que les proponen son ´”útiles”.
Las
múltiples dimensiones de la catástrofe silenciosa de la era del “capitaloceno”
çDaniel
Tanuro ha utilizado la expresión “catástrofe silenciosa en marcha” antes de
describir la multiplicidad de los efectos del cambio climático y de las
innumerables degradaciones ecológicas en curso desde el período que se remonta
a los años 1960 /30. Los efectos económicos y sociales de estos
procesos se producen de forma desigual y diferenciada en el espacio mundial,
planteando así una gran dificultad política. En un determinado momento la
cuestión climática es “social”, en el sentido básico y radical de la
destrucción de las condiciones eco-sistémicas de la reproducción en un número
creciente de partes del mundo /31. Los efectos del cambio climático
son ya desastrosos, entre otros, para los habitantes autóctonos del Ártico, de
Groenlandia y del Himalaya, para los pastores del Este africano, los insulares
de los pequeños estados del Pacífico, para las poblaciones rurales del delta
del Ganges. Las primera poblaciones amenazadas son las que están más alejados y
son menos “beneficiarias” de los mecanismos de derroche de la “sociedad de
consumo”.
En los
países del centro del sistema capitalista mundial las amenazas parecen todavía
lejanas, pero hay fenómenos que golpean al imaginario social, al menos un poco.
Las degradaciones ecológicas en curso incluyen lo que los científicos denominan
la sexta gran extinción de las especies. El editorial del diario Le
Mondedel viernes 20 de enero de 2017, utilizó un lenguaje inusitado al
hablar de la desaparición de los monos. Comienza por recordar quelos
primates son nuestra parientes más próximos, y continúa pero el
apetito del hombre por los bienes del planeta no tiene límites. El
editorialista escribe como conclusión que los científicos recomiendan
establecer una gobernanza equitativa de los recursos (…) pero sobre todo
producir mejor y consumir más razonablemente. Los humanos pueden seguir
ignorando el mensaje de los científicos, pero con ello corren el riesgo de
formar parte de las especies que desaparecen. No es “el hombre”, sino el
capitalismo, quien tiene un apetito sin límites por los bienes del planeta.
Jason Moore, al que cito en el texto publicado en Inprecor, tiene
argumentos para sostener que el término “capitaloceno” debería ser utilizado en
lugar de antropoceno para designar la nueva era geológica, en la que el hombre
se ha convertido en una fuerza geofísica que transforma la biosfera hasta tal
punto que la capacidad del planeta para acoger la vida está amenazada /32.
Qué
implicaciones políticas, tal como las entiendo
Sólo la
verdad es revolucionaria, escribía Gramsci en los años 1930: en un contexto muy, muy diferente
del nuestro, puesto que a pesar del fascismo y el control logrado por Stalin en
la URSS, la vía hacia la revolución todavía estaba abierta y la palabra
socialismo conservaba todo su sentido. Este ya no es el caso. La bifurcación
respecto a la dirección actual de la ruta por la que el capital arrastra a la
humanidad dependerá exclusivamente de la lucha, por tanto del estado de las
relaciones políticas de clase entre los trabajadoreslargo sensu y
la burguesía (las “relaciones de fuerza”). Pero a nivel global son por ahora
muy desfavorables a los primeros, aunque menos a nivel local, donde son
posibles victorias, al menos temporales.
A los
militantes se les debe explicar la situación histórica, de la que la mayoría es
muy consciente, y decirles que en lo inmediato sólo pueden fiarse de las
palabras de Marx citadas al final de mi libro y en el artículo publicado en Inprecor:
que la única certidumbre es la necesidad de luchar. Después, informarles de
manera que sepan poner por delante la cuestión de la propiedad, entendida como
posesión de los medios de decidir y de actuar, en relación con todas las
cuestiones en que está comprometido el movimiento anticapitalista. En fin,
advertirles de manera que sepan defender la autoorganización en las luchas, aún
cuando la organización del trabajo −la fragmentación de la que se ha hablado
más arriba− hace aún más difícil que se puedan poner en pié formas como el
comité de huelga elegido. En la juventud, los reflejos internacionalistas son
fuertes y que hay que ayudar a que puedan expresarse. Hay una sed de
conocimientos sobre las luchas de otros sitios, sus objetivos y sus métodos.
Pero la lucha contra el racismo de Estado es el frente más esencial y principal.
En el
terreno ecológico, Tanuro ha abierto buenas pistas que se desprenden del
ecosocialismo. En primer lugar, explicar sin cansancio y en todas
partes la gravedad de la situación y su causa. Hablar es ya actuar, es sembrar
los gérmenes de la indispensable gran cólera. Después, pelear en
todas partes contra los grandes proyectos de inversión: los nuevos aeropuertos,
los nuevos oleoductos, las nuevas autopistas, las nuevas prospecciones, las
nuevas minas, la nueva locura del gas de esquistos, los nuevos caprichos de los
geo-ingenieros que sueñan con dotar a la Tierra de un termostato… que ellos
controlarían. Movilizaciones como las de Notre-Dame de las Landas, o contra el
oleoducto Keystone XL, o del parque Yasuni, son como cerrojos que les cierran
el camino. Igualmente, apoyar todas las iniciativas alternativas
colectivas, sociales y democráticas que hacen avanzar la idea de lo común, no
mirar por arriba a los grupos de compra de productos locales de la agricultura
orgánica y otras iniciativas que tienden a la soberanía alimentaria, por
ejemplo. Pueden ser palancas de conciencia, en particular cuando organizan el
diálogo y rompen por consiguiente la separación −generalizada por el capital−
entre productores y consumidores, o cuando implican al movimiento sindical.
Las
medidas preconizadas por Michel Husson al final de su estudio sobre el
estancamiento, sobre todo el reparto de las horas de trabajo, están llenas de
buen sentido. La cuestión es saber quién las pondrá en marcha y cómo se
levantarán los medios de decidir y de actuar designando las formas de propiedad
y de poder que asegurarán su concretización. Lo que queda de propiedad pública
debe ser defendido con uñas y dientes. En el mismo movimiento, en el curso de
múltiples movilizaciones a las que ya se ha aludido, se afirma concretamente
una experiencia social y política colectiva. Esta última puede alimentar el
diseño de una democracia efectiva, socializada que invalida, de facto,
las simulaciones de una “democracia participativa” que coexisten con el poder
destructivo y asfixiante de la propiedad privada estratégica.
Sembrar
los gérmenes de la cólera −aunque sea dirigida contra el capitalismo realmente
existente− y apoyarla cuando estalle en los numerosos ámbitos donde las
desigualdades suscitan la indignación es, a la espera de que el horizonte se
despeje, una tarea política cotidiana.
En otro
tiempo nunca habría pensado terminar un artículo político de esta manera, pero
ahí es donde estamos.
[fuente: https://www.aldhea.org]
Notas:
2/ Durante más de dos años, militantes
pertenecientes a los colectivos que publican A Contre-Courant, Carré
Rouge y L’Emancipation sociale, o agrupados en torno a la
revista A l’encontre, se reunieron a intervalos bastante regulares
para trabajar en la cuestión de la actualidad del comunismo. Un proyecto de
texto tipo “manifiesto”, Penser le socialisme, penser le communisme
aujourd’hui, fue difundido entre ellos en vísperas de la reunión celebrada
en mayo de 2006 en Nyon, Suiza. http://www.carre-rouge.org/spip.php?rubrique22 .
También se puede encontrar un intercambio entre Alain Bihr y yo mismo.
3/ François Chesnais, La crise
climatique va se combiner avec la crise du capital, Inprecor nº
541/542, setiembre-octubre 2008.
5/ Marx, El Capital, libro III, tomo 6.
(Editions Sociales, Paris, pg. 263)
6/ Ibid. pg 260.
7/ Ibid. pg 262.
8/ Ernest Mandel, Introducción, en Karl Marx, Capital,
libro III (Penguin 1981), pg. 78.
9/ Robert Kurz, “Théorie de Marx, crise et
dépassement du capitalisme”, 2011, extraído de la entrevista realizada a modo
de presentación del libro de Kurz, “Vies et mort du capitalismo. Chroniques
de la crise” (Lignes, 2011) y publicado en la revista Archipel (Longo
Maï), nº 203, mayo 2012. Kurz había presentado una primera formulación de sus
tesis en 1991 en un libro no traducido al francés, El hundimiento de la
modernización.
10/ John Bellamy Foster, “The Epochal Crisis –
The Combined Capitalist Economic and Planetary Ecological Crisis”, Monthly
Review, nº 65/5 (octubre 2013)
11/ Michael Roberts, The Long
Depression. How it Happened, Why it Happened and What Happens Next,Haymarket
Books, Chicago, Illinois, noviembre 2016, pg. 235 y 270.
12/ Ibid. Mandel p. 89.
13/ Ibid. Mandel p. 89-90.
14/ Estoy pensando sobre todo en el proceso
presentado por Marx en el capítulo XXXII del primer libro de El Capital: Esta
expropiación se realiza por el juego de las leyes inmanentes de la producción
capitalista, que conducen a la concentración de capitales. Correlativamente a
esta centralización, a la expropiación del gran número de capitalista por el
pequeño número, se desarrollan a una escala siempre creciente la aplicación de
la ciencia a la técnica, la explotación de la tierra con método y en conjunto,
la transformación de la herramienta en instrumentos poderosos sólo para el uso
común, partiendo la economía de los medios de producción, el entrelazamiento de
todos los pueblos en la red del mercado mundial, por ello el carácter
internacional impreso al régimen capitalista. A medida que disminuye el número
de los potentados del capital que usurpan y monopolizan todas las ventajas de
este período de evolución social, se acrecienta la miseria, la opresión, la
esclavitud, la degradación,la explotación, pero también la resistencia de la
clase obrera cada vez más grande y más disciplinada, unida y organizada por el
mecanismo mismo de la producción capitalista. El monopolio del capital se
convierte en un obstáculo para el modo de producción que ha crecido y
prosperado con él y bajo sus auspicios. La socialización del trabajo y la
centralización de sus resortes materiales llegan a un punto en que no pueden
mantenerse en su envoltorio capitalista. Este envoltorio se rompe en pedazos.
La hora de la propiedad capitalista ha sonado. Los expropiadores son a su vez
expropiados”.
15/ En su último libro (Economie politique
des capitalismes: Théorie de la régulation et des crisis, La Découverte,
2016) Robert Boyer no se pronuncia sobre la “Gran Recesión” estadounidense de
2008 y su extensión internacional. La lectura de su libro, sobre todo de las
páginas 86-105, sugiere que se trata de la etapa más reciente de la crisis del
régimen de acumulación y de la regulación fordista comenzada en 1974-1976, con
las finanzas atacando a varias de sus formas institucionales esenciales. En su
opinión, el régimen de crecimiento financiarizado ha sido todo lo más un
“potencial sucesor del modelo de desarrollo fordista”. En cambio, otro libro
regulacionista de Jacques Mazier, Mickäel Clevenot y Vincent Duwicquet (Quand
les crises reviennent… [Cuando vuelven las crisis…], Economica, 2016)
identifica la formación a favor de liberalización financiera de un régimen de
crecimiento financiarizado, cuyos rasgos describe, sobre todo un cierre
macroeconómico basado en un recurso creciente al endeudamiento y un modo de
regulación muy singular hecho de una sucesión de pequeñas crisis financeras y
de intervención de los bancos centrales. Esto conduce a los autores a analizar
cuidadosamente la crisis de 2007-2008 bajo sus aspectos de crisis financiera.
Sin embargo, dudan en cuanto a saber si se trata de “una ‘gran crisis’ que
define el agotamiento del modo de regulación por medio de las crisis”, o a
pesar de su amblitud, es todavía una “pequeña crisis”, puesto que “las finanzas
como actor dominante del régimen de crecimiento no han sido cuestionadas”.
16/ Paul Mattick, Crises et théories
des crises, Editions Champ Libre, París 1976, en su traducción francesa,
pg. 48. Se apoya en observaciones de Engels.
17/ Jean-Marie Harribey, Michel Husson, Esther
Jeffers, Frédéric Lemaire, Dominique Plihon, “Cette crise qui n’en finit
pas… par ici la sortie”, Editions Les Liens qui Libèrent, 2017.
18/ Es el término utilizado por los autores de
“Cette crise qui n’en finit pas… par ici la sortie” para hablar de los
llamados países “emergentes”
19/ Esther Jeffers y Dominique Plihon, Le
shadow banking system et la crise financière, la documentation française.
Cahiers français, nº 375, junio 2013.
20/ Esto vale para el “socialismo real” durante
los sesenta años de su existencia. Ver François Chesnais y Claude Serfati, “Les
conditions physiques de la reproduction sociale”, en J-M Harribey y Michael
Lowy (coord.), Capital contre nature, Actuel Marx Confrontation,
Presses Universitaires de France, París, 2003.
21/ Michel Husson, “Stagnation séculaire ou
croissance numérique”, Analyses et Documents Économiques, nº 122,
junio 2016.
22/ Daron Acemoglu, David Autor, David Dorn,
Gordon H. Hanson y Brenan Price (2014), “Return of the Solow Paradox?”,
American Economic Review, vol. 104, nº 5, http://www.ddorn.net/papers/AADHP-SolowParadox.pdf.
23/ Michel Husson, Ibid. 2016.
24/ Ernest Mandel (1986), “Marx, la crise
actuelle et l’avenir du travail humain”, Revue Quatrième Internationale, nº 20,
mayo.
25/ Istvan Mészáros, The Alternative to
Capital’s Social Order – From the “American Century” to the Crossroads
Socialism or Barbarism, Monthly Review Press, New York, 2001, pg. 99.
26/ James O’Connor, “Capitalism, Nature,
Socialism: A Theorerical Introduction”, Capitalism, Nature, Socialism,
1 (1): 11-38, 1988.
27/ Jean-Marie Harribey ha hablado de esta
contradicción como no “lógica; el capitalismo desarrolla las dos
contradicciones conjuntamente −son por tanto internas a sí mismo”. “Marxisme
écologique ou écologie politique marxienne”, Bidet J., Kouvélakis E. (bajo la
dirección de), Dictionnaire Marx contemporain, Paris, PUF, Actuel
Marx Confrontation, 2001, pg. 183-200. http://harribey.u-bordeaux4.fr/travaux/soutenabilite/marxisme-ecologique.pdf.
28/ Marx, Travail salarié et capital,
Editions sociales, París, 1952, pg. 31. Retomo aquí un análisis que he
desarrollado en mi capítulo del libro coordinado por Vincent Gary, Pistes
pour un anticapitalisme vert, Syllepse 2010.
29/ Marx, Manuscrits de 1957-58,
Editions Sociales, París, 1980, volumen I, pg. 273.
31/ Ver François Chesnais y Claude Serfati,
“Les conditions physiques de la reproduction sociale”, citado en la nota 19. En
su trabajo de antropólogo, Maurice Godelier había hecho mucho antes de
las condiciones de reproducción (y de no-reproducción) sistemas sociales, bajo
la doble presión de sus estructuras internas y de su entorno ecológico, uno
de sus campos de investigación, utilizando incluso el término ahora poco usado
de ecosistema. Ver Maurice Godelier, Reproduction des écosystèmes et
transformation des systèmes sociaux,Economie rurale, 1978, nº 124.
32/ Jason W. Moore, Capitalism in the
Web of Life, Ecology and the Accumulation of Capital, Verso New York, 2015.