Descargar: Devenir Casta // Colectivo Pensaré Cartoneras
Índice
[Prólogo]
[Posiciones]
Politizar la
tristeza......................................................................................15
Argentina / Colectivo
Situaciones
El desafío de hacer
comunidad en la casa de las
diferencias..................... 25
Una declaración
feminista autónoma
La potencia salvaje del
nosotros en la revolución bolivariana...................
33
Venezuela / Emiliano
Terán Mantovani
Réquiem autonómico
Venezuela.................................................................
49
Venezuela / Rafael Uzcátegui
Experiencias de lucha
contra y más allá del capital y Estado
¿(Re)formismo desde
abajo?........................................................................
59
Venezuela / Raquel
Gutiérrez Aguilar
Sobre las elecciones:
Organizarse
................................................................
83
México/ Subcomandante
Insurgente Moisés – EZLN
Movimientos sociales
bajo gobierno progresista. El orgullo de ser ... uruguayo..95
Uruguay / Raúl Zibechi
Gobernar es un acto de
mentir...........................................................................105
Bolivia / Diálogo Maria
Galindo – A.García Linera
Brasil tiembla....................................................................................................
133
Rosa Lugano
[Proposiciones]
Llevamos un mundo nuevo
en nuestros movimientos .......................................139
Raúl Zibechi
Por una nueva política
de la autonomía. Actualidad de la revuelta plebeya
… . 151
Sandro Mezzadra y
Verónica Gago
Los ritmos del
Pachakuti..... .................................................................................173
Raquel Gutiérrez
[Posdata]
La pluma puede ser
también una
espada.. ............................................................193
EZLN Subcomandante Marcos
***
***
Invitación a
leer
Las Pensaré
publicamos un nuevo libro con la intención de intervenir desde abajo y sin
filiaciones a la apertura y la descolonización del debate sobre lo
institucional, lo electoral y las potencias del cambio en nuestras sociedades.
Devenir Casta intenta recuperar voces y silencios que desde otras geografías
nos permitan pensar - juntas - nuestros presentes. Los textos seleccionados
suponen un intento por cuestionar la narrativa progresista en el Estado español
respecto a los ciclos de movilización política y social que han tenido lugar en
América Latina en las últimas décadas. Mientras que los nuevos partidos
políticos encuentran en los procesos constitucionales latinoamericanos un
espejo en el que mirarse, un laboratorio político del que extraer lecturas,
podríamos tal vez, voltear la mirada hacia abajo y a la izquierda, y tratar de
dilucidar en qué medida esa toma del poder ha afectado a los procesos de lucha,
cómo se ha respondido y de qué manera a las demandas de las organizaciones
populares e indígenas y qué paradojas encontramos hoy en las formas de hacer
propias de los gobiernos progresistas.
Los textos
hacen eco de posiciones y proposiciones emanadas de los territorios de
Latinoamérica, un lugar de referentes para la política contemporánea. Nosotras
queremos mirar a los referentes que estas políticas obvian o fetichizan, y
explorar las problemáticas en las nociones de hegemonía, pueblo, cambio social,
asalto institucional, etc. Reunimos voces de la autonomía, desde Uruguay,
Bolivia, México, Venezuela, Brasil o Argentina. Voces del feminismo, del
anarquismo, voces de los pueblos originarios y las comunidades que provienen de
una memoria larga que entiende la política como un ritmo de ciclos. ¿Qué nos
dicen las experiencias de convivencia durante los últimos años, entre antiguas
compañeras de calle y -ahora- nuevas autoridades del Estado en sus diversas
esferas? ¿Cómo convive o se regenera lo comunal al tiempo que las instituciones
parecen marcar el campo de juego del cambio social?
Nosotras, a
pesar de vivir en un contexto muy diferente, creemos que hay algunas lecciones
y, sobretodo unas experiencias de lucha y de convivencia durante la última
década. Cohabitación entre luchas autónomas, cosmovisiones y mundos de sentido
radicalmente diferentes, los llamados movimientos sociales o explosiones de
horizontalidad coyunturales (como puede ser la Argentina del 2001, el 15-M, la
guerra del gas y del agua o la protesta
ante el proyecto carretero en el TIPNIS) junto a nuevas formas de captura,
coptación y -especialmente- de conversión de estas demandas en peticiones
institucionales y la aparente “cercanía” del gobierno (participación,
virtualidad, gobierno smart, gobierno de uno mismo). Un conjunto de propuestas
que han dejado la vertiente insurreccional para abogar por la vía electoral, la
renovación de cuadros y la substitución paulatina de lo que en España se ha
venido a llamar “Casta”. Creemos que hay ejemplos que complejizan estas
propuestas y sobretodo que problematizan lo que podría significar “ganar” para
estas nuevas constelaciones institucionales. En estos espacios
“constituyentes”, sea que hayan optado por reformular la ley común o
simplemente por articular nuevas configuraciones del sentido común, hay una
tendencia a correr por el mismo río que el sistema de muerte capitalista había
hoyado para nosotras.
El título
bajo el que se agrupan estos textos lo pensamos como una tensión, como la
disonancia que retumba dentro del debate politico actual. Devenir casta. Un
devenir, que para serlo ha de ser forzosamente minoritario -que no minoría-
aquí se enuncia como algo que se mueve y retuerce para convertirse en devenir
mayoritario. Algo contra-natura. Devenir es estar atentas a la diferencia,
estar abiertas a desmontar la posición de comodidad en la que nos instalamos.
Devenir no puede ser convertirse, o no puede ser tampoco caminar hacia una
posición mayoritaria donde se empiezan a desoír estas pequeñas revoluciones
cotidianas. Devenir Casta, el título de este texto, expresa una contradicción
inherente al movimiento político desesperado en el que vivimos: esperanzado en
un momento posmoderno, que forzar las anomalías temporales para convertirlas en
unidad (el pueblo, la gente, el partido) extraña de por sí. Y sin embargo se
mueve, funciona para el mundo en que vivimos. Este mundo que no queremos, y en
el que tantas ya ni siquiera podemos vivir.
¿Es posible
devenir casta? No se puede devenir hacia una categoría hegemónica. Y, sin
embargo, ocurre. El retorcimiento de otros tiempos y otras latitudes nos señalan
operaciones en las que el discurso del cambio acaba convirtiéndose en cambio de
discurso. ¿Qué podemos hacer desde dentro? Luchar, luchar por entrar y decir:
no podemos, apenas. O al menos no podemos sin un cambio constante: una
rearticulación de las formas de relación y reproducción de lo cotidiano hecho
por abajo, que tome la vida y la ponga en nuestras manos. Ante esta
interrogante, ante esta tensión y discordancia arrojamos estos textos como
suelo para dialogar; para deshacer los nudos y la neblina creada por los
discursos de representación (siguen como verdades de una futura étiaca política
el “No nos representan!”, “Que se vayan todos!” o el Oxi griego). Es momento de
mirar desde muchas lentes esta realidad.
Dos
posiciones
Las
movilizaciones de estos años frente a las últimas ofensivas del capitalismo en
su fase neoliberal han marcado y
condensado los tiempos de ciclos prolongados de movilización y resistencia
frente a 500 años de despojo del territorio y colonización de los cuerpos y los
imaginarios. En Bolivia horizontes históricos largos de resistencia fueron
interpelados en el ciclo de protestas (2000-2005). Esa dialéctica entre
memorias largas y cortas vendría a reflejar una reivindicación de la lucha
anticolonial encarnada en las rebeliones de Túpac Amaru II, Gregoria Apaza,
Túpac Katari y Bartolina Sisa a finales del siglo XVIII y de Willka Zárate en
la segunda mitad del XIX. Las comunidades articuladas a través de sus formas de
hacer propias, autodeterminantes, imponían en un documento colonial como la
constitución boliviana sus propias palabras. Aunque en las protestas quedaron
desbordadas los mecanismos tradicionales de participación política, quedando
cuestionados la forma-partido o el sindicato de masas, el proceso constituyente
impuso una nueva estructura de mediaciones que vendría a terminar por absorber,
canalizar y desactivar el impulso descolonizador y la constante producción de
alternativas frente al estado y el mercado. Los nuevos marcos de sentido puedan
tal vez en este sentido darnos algunas pistas.
El
reconocimiento en la Constitución Política de 2009 del suma qamaña (buen
convivir) no implicaría un puente de articulación con las formas propias de las
comunidades, sino que habrá de ser una “incorporación selectiva y fetichista”
de las mismas. En el caso de Ecuador, el reconocimiento en la constitución de
2008 del sumak kawsay (buen vivir) tampoco ha inaugurado nuevas formas de
articulación con las comuni-dades. Tanto en Bolivia como en Ecuador estos
procesos de construcción de hegemonía lingüística han terminado por imponer
significantes vacíos, a través de los que han quedado frustradas las
expectativas que se habían creado en los movimientos sociales y que permitieron
precisamente el ascenso al poder de Evo Morales y Rafael Correa. En esta nueva
estructura jerárquica y piramidal de mando-obediencia, los nuevos gobiernos se
han legitimado en tanto que expresión soberana de la voluntad nacional-popular,
imponiéndose a través de formas democráticas nuevas legitimidades, estigmatizándose,
desvalorizándose aquellos proyectos que al no compartir sentidos u horizontes
quedan al margen de este nuevo dirigismo y son acusados de estar reproduciendo
estrategias propias de la derecha política o de estar alineadas en el mismo
bando soberano. Esta ambivalencia ha venido expresada en toda su naturaleza en
ambos escenarios.
Mientras que
en Bolivia el Viceministerio de Descolonización anunciaba recientemente la
celebración a principios de octubre de 2015 de la primera cumbre de
Descolonización, despatriarcalización, Lucha contra el Racismo y toda forma de
Discriminación, continúa la estrategia de militarización y de guerra de baja
intensidad del gobierno contra las comunidades del TIPNIS (Territorio Indígena
y Parque Nacional Isiboro-Secure) donde un proyecto carretero con inversión
extranjera ha puesto de manifiesto la verdadera naturaleza del poder. Esta
tendencia represiva del gobierno boliviano se ha venido repitiendo, y en fechas
recientes (agosto 2015) nos hacíamos eco a través de la Nación Guaraní de
Bolivia de un nuevo episodio de represión policial en el territorio de Takovo
Nova tras un bloqueo de la carretera
Santa Cruz-Camiri en el que las comunidades reclamaban su derecho a la consulta
previa(amparado en el artículo 169 de la OIT y en la propia constitución pero
vulnerados a través de decretos supremos) en un proyecto de exploración de
hidrocarburos. En el caso de Ecuador las contradicciones tal vez sean incluso
más notorias. La refundación del estado ha supuesto la ampliación de un marco
mercantil que permita la intensificación de nuevos procesos de acumulación
originaria. Igual que en Bolivia o Venezuela el modelo de desarrollo ha tenido
en el extractivismo en su modalidad primario-exportadora su principal
protagonista. El petróleo, la megamineria, los agronegocios (monocultivos,
biocombustibles...) y los grandes proyectos turísticos han supuesto la puesta
en marcha de renovados dispositivos de poder. La recolonización de la
conciencia social a través de la constitución de clientelas y nuevos anclajes
partidistas alrededor de las fuerzas de cambio ha implicado subsumir cualquier
posibilidad de disenso a la necesidad manifiesta de emprender nuevos proyectos
desarrollistas.
En este
sentido, como apunta la socióloga argentina Maristella Svampa se ha impuesto
una concepción organicista que ha cancelado las diferencias, estigmatizándose
las narrativas indígenas y ecologistas, siendo desplazadas por la narrativa
nacional-populista, instalándose una dialéctica de conflicto permanente en la
que cualquier muestra de disidencia es asimilada a la traición. En este punto
hay que situar un discurso xenófobo y racista “emplumados, ecologistas
infantiles, la izquierda boba...” que ha venido acompañado por un control
político a través de los medios de comunicación y la propaganda, así como una
criminalización de la protesta a través del endurecimiento del código penal y
la persecución política. En Ecuador, donde son casi 200 las personas reprimidas
y encarceladas por motivos políticos la criminalización de todo el espectro
social ha instalado lo que la socióloga ecuatoriana Natalia Sierra ha definido
como miedo ontológico, miedo a la pérdida de la vida, del trabajo, de la
familia, de la existencia social.
Dos
proposiciones.
Escuchar y
recuperar lo que están sentipensando los pueblos es otra guía que podríamos
imaginar o proponer desde otras latitudes para pensar cómo hoy decidimos
luchar. La autonomía fue potente en un momento en el estado español: estaban
ahí los referentes, se eligió la democracia que no quiso juzgar a los antiguos
franquistas: se impuso como un silencio la maquinaria de la Cultura de la
Transición. Ahora, en un contexto marcado por la traducción
político-institucional de las fracturas sociopolíticas que impulsó el 15-M,
creemos que la construcción de autonomía es otra vez preferible a la
reproducción de nuevas formas de dominación. No podríamos dejar de preguntarnos
qué implicaciones tiene una victoria y quien está beneficiándose de las luchas
de estos años en América Latina, de la potencia destituyente presente en los
movimientos que derrocaron a gobiernos abiertamente neoliberales. Como afirma
Giorgio Agamben: “Mientras que un poder constituyente destruye la ley sólo para
recrearla en una nueva forma, la potencia destituyente, en la medida en que
depone una vez por todas la ley, puede abrir una verdadera época histórica
nueva”. Hoy, otra vez, la máscara blanca de los gobiernos izquierdo-parlantes
ha caído, es momento de reivindicar otras formas de vivir, de que no necesitamos
del estado y que “si uno saca a bailar al diablo, el diablo es el que baila con
uno”.
Frente a la
ritualización del poder y los nuevos símbolos de la izquierda latinoamericana
los pueblos en su defensa del territorio han encontrado formas posibles de caminar
en la que una política posible de vida o de dignidad se exprese a través de la
toma de los medios de (re)producción de la vida, aquello que nos es común, y en
cuya defensa podemos encontrar puentes desde los que pensar luchas. Lo electoral siempre será una
pantalla para la representación.
Tendremos
(pro)posiciones, nos hacen falta una postura y un ritmo, con los que construir
nuestro caminar.
México -
València Septiembre 2015