De la serie "La guerra por el consumo": Armisticios
Por Diego Valeriano
Partamos de la base de que un armisticio es
una situación de facto que no equivale a un tratado de paz. En la guerra por el
consumo, desatada en todas las periferias del mundo, la paz es solo un lujo de
los que ya no quieren nada. Un armisticio
consiste en la suspensión momentánea de las agresiones en pequeños territorios
(¿momentos?).
Entendamos que armisticio no es tampoco una tregua,
es decir, una suspensión más extendida, más duradera y más pensada de la
guerra. El consumo no da treguas.
Momentos de alto el fuego se viven a diario, sin
que esto signifique reacomodamientos o claudicaciones. Roli fue detenido con un
25 y llevado a la 3era de Pacheco. Después que le armaron la causa y antes de
dejarlo ir el oficial a cargo le preguntó si tenía más plata para ir a comprar
de nuevo. Roli medio asombrado le contestó que no, y el oficial le regaló dos
porros, aclarándole que eran flores.
Dicen que en Padua hay un jefe de calle que se
apiada de los pibitos que arrebatan a los descuidados. Si bien los persigue,
los agarra y les pega; también los deja ir y los reta como un padre. Incluso
algunas veces les da plata de su bolsillo.
A las doce de la noche de un miércoles caminar por
cualquier calle de un barrio es el peor lugar para una mujer sola. Luana eso lo
sabía pero no le quedaba otra e iba apurando la marcha. Y pasó lo que tenía que
pasar: dos pibes un poco más chicos que ellas la cruzaron y le pidieron el
celular y la billetera. No sé si fue por sus ojos negros y enormes, por el
celular de mierda que tiene o porque sí, pero la cosa es que los pibes
desistieron de robarla y le ofrecieron de acompañarla hasta la avenida.
Hay un killer runfla en la zona de Brian que a las
doñas cuando le roba el celu les devuelve el chip.
En ruta 4, a la altura de Transradio, se estaba
dando una toma muy grande. La policía de Berazategui había sido superada y la
Gendarmería intentaba poner orden. Era diciembre y la temperatura estaba
cerca de los 40. Los muchachos de verde, cuando cambiaron de turno, en lugar de
volver a Campo de Mayo le pidieron permiso a la gente del camping del sindicato
textil que estaba a dos cuadras de la toma para comer un asadito y usar las
instalaciones. Al poco tiempo de estar relajados unos quince muchachos de los
que estaban en la toma fuero a pedirle a los gendarmes que intercedan con las
autoridades del camping para que les permitan hacer un asado a ellos también.
Una vez finalizados ambos asados, compartieron la pileta y jugaron varios
partidos al vóley.
Los armisticios no dejan de ser excepciones que nos
confirman que estamos en guerra.