El capitalismo es el auténtico problema
Por Slavoj Zizek
¿Qué hacer después de las
ocupaciones de Wall Street y de tantos otros lugares? Uno de los grandes peligros que acechan a los
manifestantes es que se enamoren de sí mismos. En San Francisco, donde
se hicieron oír los ecos de la ocupación de Wall Street, esta semana un hombre
se dirigió a la multitud para invitarla a participar como si se tratase de un happening al estilo
hippie de los años 60 : “Nos preguntan cuál es nuestro programa. No
tenemos programa. Estamos aquí para pasarla bien.” Los carnavales son baratos.
La
verdadera prueba de su valor es lo que queda al día siguiente, de qué manera
cambiará nuestra vida diaria. Los manifestantes
deberían enamorarse del trabajo duro y paciente: son el comienzo, no el fin. Su
mensaje fundamental es: se ha roto
el tabú; no vivimos en el mejor de los mundos posibles; estamos autorizados,
incluso obligados, a pensar en alternativas.
En una especie de tríada
hegeliana, la izquierda occidental ha dado un giro completo: después de
abandonar el “esencialismo de la lucha de clases” por la pluralidad de las
luchas antirracistas, feministas y de otro tipo, el capitalismo claramente está resurgiendo como el auténtico problema.
Por eso, la primera lección
que debemos aprender es: no le echemos la culpa a la gente. El problema no es la corrupción o la codicia,
el problema es el sistema que nos empuja a ser corruptos.
Tenemos por delante un largo
camino y pronto tendremos que ocuparnos de las preguntas difíciles. ¿Qué
organización social pude reemplazar al capitalismo existente? ¿Qué nuevo tipo
de dirigentes necesitamos? ¿Qué órganos, incluidos los de control y represión? Las alternativas del siglo XX no funcionaron.
Aunque es emocionante
disfrutar de los placeres de la “organización horizontal” de las multitudes que
protestan con solidaridad igualitaria y debates libres de final abierto,
también deberíamos tener presente lo que escribió G.K. Chesterton: “El mero
hecho de tener una mente abierta no significa nada; el objetivo de abrir la
mente, así como el de abrir la boca, es volver a cerrarla sobre algo sólido”.
Esto
vale también para la política en épocas de incertidumbre: los debates de final abierto tendrán que
aglutinarse no sólo en algunos significantes maestros nuevos sino también en
respuestas concretas a la vieja pregunta leninista: “¿Qué se ha de hacer?” Los
ataques conservadores directos son fáciles de responder. ¿Las protestas son
antiamericanas? Cuando los fundamentalistas conservadores afirman que Estados
Unidos es una nación cristiana, uno debería recordar lo que es la cristiandad:
el Espíritu Santo, la comunidad libre e igualitaria de creyentes unidos por el
amor. Los manifestantes son el Espíritu Santo, mientras que en Wall Street los paganos
adoran ídolos falsos.
¿Los manifestantes son
violentos? Es cierto que su mismo lenguaje pudiera parecer violento, pero son
violentos sólo en el sentido en que Mahatma Gandhi era violento. Son violentos
porque quieren cambiar cómo son las cosas. ¿Pero qué es esta violencia
comparada con la violencia que se necesita para asegurar el funcionamiento sin
sobresaltos del sistema capitalista mundial?
Traducción de
Elisa Carnelli