Discutir "El Estudiante" (reload)
Quintín sobre El Estudiante
Q: No, vi solo tres películas, pero
me gustaría hablar de las argentinas. La primera, El
estudiante de Santiago Mitre, es una película importante.
F: ¿Qué quiere decir una película importante? ¿Es buena o
es mala?
Q: Ya llegaremos a eso, pero creo que marca
definitivamente que el cine argentino independiente ha alcanzado estándares de
producción notables. Esta es otra apuesta a la ficción grande producida por la
alianza de dos nombres clave: Pablo Trapero y Mariano Llinás, que unieron
fuerzas para esta película ambiciosa, de gran despliegue, hecha sin el dinero
del Incaa ni de los fondos. Es curioso que, después de todo, Trapero y Llinás
sean los grandes emergentes cinematográficos de la Provincia de Buenos Aires. Hasta
aquí se habían repartido el territorio. Trapero se encargaba del conurbano y
Llinás del resto, pero terminaron reunidos en esta boleta única. El
estudiante es el resultado de un proceso que ha terminado
creando un sistema incipiente pero de una gran potencialidad: un cine de
productor, que incluye un trabajo profesional como el cine argentino no conocía
cuando todo empezó a mediados de la década del 90. El
estudiante es una película que reúne todos los requisitos de
la ficción clásica: una profunda investigación previa, un tema interesante, un
guión sólido, personajes atractivos, actuaciones impecables, una narración
precisa y una gran consistencia en la propuesta. En algún sentido, se puede
comparar con Sleeping Sickness por la ambición
y el pasaje de un cine “chico” a un cine más grande. Si algo le falta a la
película —y la diferencia de la de Köhler— es una marca autoral fuerte. En
principio es demasiado derivativa de la filmografía de sus productores. El
estudiante cuenta una historia muy parecida a la de El
bonaerense y comparte dispositivos de narración, equipo
humano y estilos de actuación con las películas de la factoría Llinás. Mitre
estaba ya en la intersección de los dos caminos: fue uno de los guionistas
de Leonera y Carancho así como uno de los
directores de El amor (primera parte).
F: Lo estás borrando a Mitre como director. Es como si no
existiera. Me parece injusto.
Q: No puedo decir demasiado de Mitre como cineasta. Es
cierto que su nombre encabeza este proyecto y seguramente es responsable de la
mayor parte de sus méritos, que no son pocos. Pero en El
estudiante se nota ante todo la voluntad de construir una obra
colectiva dentro de un sistema de referencias que pone entre paréntesis la idea
de autor. De hecho, la transición del cine independiente está resultando la de
un sistema de falsos autores como era el cine argentino hacia 1995, cuando
llegaron los independientes, a un cine de equipos. Es cierto que algunos
nombres (sin duda Trapero y Llinás figuran entre ellos) le agregan a sus películas
el plus de una impronta personal pero lo interesante, en todo caso, es que la
máquina empieza a funcionar sin que el nombre del director deba figurar,
necesariamente, antes que el título, como ocurre en este caso.
F: Bueno y además de todas estas aclaraciones, ¿de qué se
trataEl estudiante?
Q: Como en El bonaerense, en El
estudiante hay un protagonista del interior que llega a
la ciudad y hace su aprendizaje en un sistema de jerarquías, lleno de códigos y
secretos. En este caso no se trata de la policía sino de la política
universitaria.
F: ¿Es K o
anti K?
Q: Creo que la idea de la película fue esquivar una
definición en ese sentido, que hubiera sido inevitable si se tomaba un sistema
menos acotado que el de la militancia estudiantil. Al elegir ese terreno, el
guión se permite ser abstracto en cuanto a las identidades políticas pero
mantenerse en una actualidad muy estricta. Las agrupaciones que aparecen en la
película responden a esa fragmentación y construcción autónoma tan particular
de la Universidad de Buenos Aires. Y como lo que está en juego es una elección
de autoridades académicas, todo se puede mantener dentro de cierta ambigüedad
sin necesidad de darle a los personajes una relación demasiado definida con el
exterior. Lo que interesa ante todo en El estudiantees construir una ficción
centrada en un territorio preciso, comoNueve reinas se centraba en el
mundo de los estafadores.
F: ¿Y qué pasa?
Q: Roque es un personaje rico. Si bien arranca con la
desventaja de no conocer el sistema, tiene condiciones para hacer carrera en la
gran ciudad. Es audaz, seductor con las mujeres y aprende muy rápido: en este
caso, aprende cómo funciona el mundo en el que ha decidido ingresar porque se
enamora de una militante. La descripción que se hace del universo político es
la de un juego interminable de acuerdos y traiciones movido por la ambición
personal y, en alguna medida, también por los ideales. Sabiamente, la película
no se expide sobre el porcentaje que tiene o debería tener de cada uno de esos
ingredientes. Y se apoya en el minué de las negociaciones y las lealtades, de
las traiciones y las sorpresas como El padrino utiliza las de la
mafia. Como las películas de Trapero, El estudiante tiene el
atractivo de llevar al espectador al conocimiento de un mundo verdadero de la
mano de un relato ficticio. Y lo hace impecablemente, salvo por dos detalles.
Uno son los textos en off dichos por un narrador que podría haber participado
en Historias extraordinarias. En algún caso, estos aportan
información al relato pero en otros incurren en digresiones amaneradas, como
contar que Hipólito Yrigoyen y Lisandro de La Torre se batieron a duelo, lo que
perturba la forma narrativa de la película y parece simplemente un homenaje del
director al productor, como para que la marca de este se reconozca. El otro
problema de la película es un final que incurre en una vuelta de tuerca de más
y, hacia el final, crea un suspenso tan innecesario como forzado (algo parecido
ocurre con el final de Carancho). Esa es otra diferencia con
el impecable desenlace de Sleeping Sickness, que reconoce que
todo está dicho y jugado antes de la escena final.
F: Te veo impresionado por la ambición del proyecto pero
no me queda claro si es buena o mala.
Q: Creo que es una película sólida, que describe un mundo
sobre el que el cine argentino no ha dicho nada y lo poco que había dicho
estaba mal. El estudiante no cae en los
lugares comunes cualunquistas que concluyen en el desprecio por la política.
Los militantes de Mitre tienen debilidades, toman cocaína, son bastante
ignorantes, están demasiado entrenados en la liquidación sin piedad de sus
rivales y son poco confiables como personas y como políticos. Pero son de carne
y hueso y no parecen peores que los médicos, los periodistas y los cineastas.
Acaso sean mejores, tan solo porque tienen pasión por lo que hacen.
F: ¿Pero te gustó?
Q: Sí, pero no del todo. Vos sabés que a mí me gusta el
cine de autor.
F: Eso es una antigüedad. Nueve reinas,
que es un cine industrial, te había encantado en su momento.
Q: Esta está un escalón por debajo. Lo que me parece, para
terminar este tema, es que va a causar impacto y temo que sea criticada por
razones equivocadas.
F: ¿O sea?
Q: Es la típica película a la que se le va a achacar
incorrección política y portación de apellido en esta Argentina tan intolerante
en la que vivimos.